sábado, 31 de agosto de 2013


TEATRO /  LA HISTORIA DEL SEÑOR SOMMER

De Patrick Suskind, con Carlos Portaluppi. Dirección Guillermo Ghio

Teatro Timbre 4, México 3554, Boedo

 

El bávaro Patrick Suskind, nacido en 1949, es uno de los escritores más interesantes de las últimas décadas, autor entre otras de esa muy buena novela que fue llevada al cine: El Perfume (1985).En la cartelera porteña se están representando dos de sus creaciones: El contrabajo (1981) y la obra que se ha reestrenado y que hoy nos ocupa, La historia del señor Sommer(1991).

Lo virtuoso de su escritura se puede apreciar en este relato de la niñez, contado por el protagonista, un joven entrando en la madurez, que condensa entre delicadas evocaciones, múltiples líneas de desarrollo para hablar de las cicatrices que deja la infancia, la génesis de los miedos, la descripción y análisis de la sociedad alemana de los años sesenta, las obsesiones propias y ajenas. Todo en un monólogo, si se quiere frío, conciso, sintético, pero dicho con toda la emoción posible y arropado por una escenografía y puesta de luces minimalista que aporta calidez, que refleja el proceso que se da en el protagónico, reacomodando sus vivencias y recuerdos, las luces, responsabilidad de Adriana Antonutti y Pablo Armentano, exactas para marcar cortes y climas.

El atribulado personaje, como dijimos, es un adulto, que evoca su pueblo, un paisaje bucólico, los compañeros del colegio, el primer enamoramiento, su familia y muy especialmente una imagen de enorme peso en su, a veces, reticente memoria: el señor Sommer, un extraño personaje del lugar.

El espectador se deja seducir por el humor que poco a poco deviene en tensión que crece.

Hemos visto esta puesta el año pasado, en abril de este año y ahora; es notable como se ha “afinado” el trabajo, la obra fluye naturalmente, se ha logrado una gran precisión con la dirección general de Guillermo Ghio, director y docente de prestigiosa y larga trayectoria, también responsable aquí de la adaptación escénica, espacio escénico (que resuelve con pocos pero importantes elementos) y la selección musical. Hay sutiles acciones como por ejemplo el descorrer al principio de la obra las telas y plásticos que cubren los muebles y el piso del ámbito en refacción donde trascurre la obra y al final de la misma cuando todo vuelve a su lugar. ¿Descorrer  los velos de la memoria?                      .

Mención aparte merece uno de los grandes actores de la actualidad, que cuenta en su haber con  grandes trabajos en cine, teatro y televisión: Carlos Portaluppi, talentoso, de carácter y dueño de una inagotable reserva de matices, que van del susurro a la explosión, con una expresividad fuera de lo común.

 

 

No vamos a decir nada más, ustedes, como espectadores, pueden hacer cada uno su propia lectura de la obra, de eso se trata el hecho teatral, para nosotros una posible puede ser la indagación en los recónditos y a veces obscenos pliegues de la memoria.

El aplauso final en la sala nos ahorra abundar en esta nota con mayores comentarios.

Una obra de calidad, hecha con gran calidad.

ALBERTO DI NARDO

Setiembre 2013

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