TEATRO /
LA HISTORIA DEL SEÑOR SOMMER
De Patrick Suskind, con Carlos Portaluppi.
Dirección Guillermo Ghio
Teatro Timbre 4, México 3554, Boedo
El bávaro Patrick Suskind, nacido en 1949, es uno de los escritores más
interesantes de las últimas décadas, autor entre otras de esa muy buena novela
que fue llevada al cine: El Perfume
(1985).En la cartelera porteña se están representando dos de sus creaciones: El contrabajo (1981) y la obra que se ha
reestrenado y que hoy nos ocupa, La historia del señor Sommer(1991).
Lo virtuoso de su escritura se puede apreciar en este relato de la
niñez, contado por el protagonista, un joven entrando en la madurez, que condensa
entre delicadas evocaciones, múltiples líneas de desarrollo para hablar de las
cicatrices que deja la infancia, la génesis de los miedos, la descripción y
análisis de la sociedad alemana de los años sesenta, las obsesiones propias y
ajenas. Todo en un monólogo, si se quiere frío, conciso, sintético, pero dicho
con toda la emoción posible y arropado por una escenografía y puesta de luces
minimalista que aporta calidez, que refleja el proceso que se da en el
protagónico, reacomodando sus vivencias y recuerdos, las luces, responsabilidad
de Adriana Antonutti y Pablo Armentano, exactas para marcar
cortes y climas.
El atribulado personaje, como dijimos, es un adulto, que evoca su
pueblo, un paisaje bucólico, los compañeros del colegio, el primer
enamoramiento, su familia y muy especialmente una imagen de enorme peso en su,
a veces, reticente memoria: el señor Sommer, un extraño personaje del lugar.
El espectador se deja seducir por el humor que poco a poco deviene en
tensión que crece.
Hemos visto esta puesta el año pasado, en abril de este año y ahora; es
notable como se ha “afinado” el trabajo, la obra fluye naturalmente, se ha
logrado una gran precisión con la dirección general de Guillermo Ghio, director y docente de prestigiosa y larga
trayectoria, también responsable aquí de la adaptación escénica, espacio
escénico (que resuelve con pocos pero importantes elementos) y la selección
musical. Hay sutiles acciones como por ejemplo el descorrer al principio de la
obra las telas y plásticos que cubren los muebles y el piso del ámbito en
refacción donde trascurre la obra y al final de la misma cuando todo vuelve a
su lugar. ¿Descorrer los velos de la
memoria? .
Mención aparte merece uno de los grandes actores de la actualidad, que
cuenta en su haber con grandes trabajos
en cine, teatro y televisión: Carlos
Portaluppi, talentoso, de carácter y dueño de una inagotable reserva de
matices, que van del susurro a la explosión, con una expresividad fuera de lo
común.
No vamos a decir nada más, ustedes, como espectadores, pueden hacer cada
uno su propia lectura de la obra, de eso se trata el hecho teatral, para
nosotros una posible puede ser la indagación en los recónditos y a veces obscenos
pliegues de la memoria.
El aplauso final en la sala nos ahorra abundar en esta nota con mayores
comentarios.
Una obra de calidad, hecha con gran calidad.
ALBERTO DI NARDO
Setiembre 2013
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