TEATRO -SER TANGO
Recorrer los caminos del misterio, el que
tocaron los grandes poetas, en este caso del tango, no es tarea fácil. Pero ir
descubriendo y mostrando a la vez la textura y los significados es una empresa
difícil (empresa: acción que valerosamente se comienza. R.A.E.)
El tango usó al teatro como vehículo de
difusión, el pequeño teatro dramatizó algunos
tangos de forma casi ridícula. El teatro como rescate del tango-texto es
una rareza.
Ser tango es algo medularmente opuesto a
la rutina de los cantantes de tango de dudoso arte, que entretienen
apropiadamente, como verdaderos facilitadotes de digestiones y modorras.Decir y
actuar los tres tiempos del espectáculo desde el primero: Un ardiente Romeo(
basado en letras de Le Pera y Gardel), el segundo: Una abeja en la colmena (sobre
la poesía de Eladia Blázquez), y un tercero: Un acróbata demente ( de la
producción de Piazzolla y Ferrer) es rescatar cada palabra, cada verso y cada
letra como pieza única.
La nostalgia del día que me quieras ó de
la lejana tierra mía, ó el ansia de volver, cuesta abajo con las golondrinas y
a veces, perder por una cabeza.
Tener sueños de barrilete, dar gracias a
pesar de todo, estar como sin piel y cantarle a un semejante. Poder describir
la bicicleta blanca, el homenaje al
padre en adiós Nonino, animarse con una balada para la propia muerte, ó para un
loco, describir los pájaros perdidos y oficiar misa para el año 3001 es la clave de este viaje
experimental, puede gustar a algunos y causar indiferencia en otros.
Además del actor principal están los
coreutas, de muy buenas voces: Elsa Muratori, Mariana Roccatagliata y Marcelo
Ballesteros, ellos contienen, describen, ubican y resaltan la figura del
protagonista. El espectáculo está logrado en lo estético y las luces aportan su protagonismo. Todo suma.
Los premios obtenidos por el actor y
director nos cuentan de una trayectoria con méritos sobrados y riesgos
asumidos. Francisco Cocuzza vuelve a meterse en lo que no debe, en lo más difícil,
en lo menos conveniente. Y sale victorioso de la experiencia. Como los míticos
griegos, nos trae una luz nueva y la proyecta sobre la poesía del tango. Felizmente
todavía quedan hombres y mujeres de teatro que se arriesgan así.
ALBERTO DI NARDO
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